¿Has oído hablar del Puente de Doña Elvira en Teruel?

Te voy a contar una historia que parece sacada de una novela, pero que en realidad forma parte de las leyendas más sentidas de Teruel. Y ojo, porque no todo es amor eterno como el de los famosos Amantes… a veces, el amor también deja cicatrices profundas.

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Elvira, belleza y corazón de las vegas turolenses

Imagínate una joven que vivía al otro lado del río Turia, en Teruel. Se llamaba Elvira, y no era cualquier chica. Era guapa con ganas, elegante y, encima, dueña de unas tierras riquísimas en las vegas del Turia. Vamos, que pretendientes no le faltaban. Pero ella, desde bien pequeña, ya tenía claro quién le hacía tilín: un joven apuesto del que se enamoró hasta las trancas. Y sí, acabaron casándose. 💍

Un rechazo con consecuencias

Pero no todo el mundo aceptó ese amor. Uno de los tantos pretendientes, al sentirse rechazado, se lo tomó fatal… tanto que juró venganza. Elvira, feliz con su marido, ni caso le hizo. Total, ¿qué podía pasar?

Pues pasó.

El crimen que lo cambió todo

Un día, como tantos otros, el marido de Elvira fue a Teruel por unos asuntos. Pero en el camino se le cruzó una sombra. Una figura hinchada de rencor. Era el pretendiente despechado. Y sí… lo asesinó. A sangre fría. Sin piedad.

Cuando Elvira se enteró, el mundo se le vino abajo. A partir de ese momento, vistió de negro, vivió en soledad y no volvió a amar. Pero no se quedó quieta: tomó las riendas de la hacienda y los negocios, haciendo los mismos viajes que hacía su marido. Sólo había un problema…

Un puente para el alma

Cada vez que tenía que pasar por el lugar donde mataron al amor de su vida, el corazón se le hacía pedazos. Así que mandó construir un puente de madera, lejos del sitio maldito, para cruzar el río sin tener que revivir ese dolor.

Y así nació el Puente de Doña Elvira. Un puente que no solo acortaba el camino, sino que la ayudaba a seguir adelante.

Doña Elvira leyenda.

Desde entonces, todo el mundo empezó a llamar a ese puente con su nombre. Porque más allá del dolor, Elvira siguió en pie. Y su historia, aunque menos conocida que la de Isabel y Diego, sigue latiendo en la memoria de Teruel.