La inesperada visita del santo a Teruel

¿Sabías que uno de los santos más conocidos de la cristiandad, San Vicente Ferrer, dejó una profecía oscura sobre Teruel? Te cuento…

Corría el siglo XV cuando este fraile valenciano, famoso por sus poderosos sermones y milagros, se dirigía junto a su séquito hacia Alcañiz. Su misión era nada menos que mediar en una complicada crisis de sucesión en la Corona de Aragón. Pero antes de llegar, la noche les sorprendió en su camino. ¿Y dónde decidieron parar? En Teruel.

San Vicente se puso de lo más contento al saber que su orden tenía casa e iglesia en la ciudad. Se hospedó allí, descansó de maravilla, y acabó quedándose varios días más gracias a la hospitalidad de sus hermanos dominicos y al cariño de los turolenses. La ciudad entera se volcó con él. ¡Imagina el revuelo! Todos querían escuchar al santo, famoso por sus palabras encendidas y su capacidad de mover corazones. Sus sermones, dicen, eran tan intensos que dejaban a la gente al borde de las lágrimas.

El desencuentro con la comunidad judía

Pero no todo fue entusiasmo.

La comunidad judía de Teruel no mostró ningún interés por escuchar al fraile. A pesar de que las autoridades locales insistieron en que asistieran a sus predicaciones, esperando que alguno se convirtiera, lo cierto es que no apareció ni uno. Para Vicente Ferrer, que estaba acostumbrado a atraer multitudes y provocar conversiones masivas, esto fue como un jarro de agua fría.

El gesto final… y la temible maldición

Y entonces, pasó algo que aún hoy se recuerda con asombro.

Cuando llegó la hora de irse, justo al cruzar las puertas de la ciudad, San Vicente se detuvo. Se quitó las sandalias, las golpeó entre sí con fuerza, sacudiendo hasta la última mota de polvo. Un gesto cargado de simbolismo: era su forma de mostrar desprecio por aquel lugar. Y luego, con voz atronadora, lanzó una terrible profecía que retumbó por todo el valle:

“¡La ciudad de Teruel será destruida por un terremoto, y sus habitantes caerán en manos de sus enemigos!”

¡Imagina el silencio que debió seguir a esas palabras!

¿Leyenda o advertencia?

Desde entonces, esta historia se ha transmitido de generación en generación. Algunos la ven como una simple leyenda, otros creen que fue una advertencia divina. Sea como sea, lo cierto es que San Vicente Ferrer dejó una huella imborrable en la memoria de Teruel.

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