
La Traición en las Murallas de Teruel
En el corazón de Teruel, entre sus historias de resistencia y honor, se alza una sombra oscura: la del Portal de la Traición. Este lugar, testigo de un capítulo funesto en la Baja Edad Media, nos recuerda que no todas las batallas se ganan con espadas, sino también con la deslealtad.
Retrocedamos al año 1363. En plena guerra entre Pedro I de Castilla, conocido como “El Cruel”, y Pedro IV de Aragón, “El Ceremonioso”, las tropas castellanas avanzaban por las tierras aragonesas dejando a su paso un reguero de muerte y destrucción. Desde el castillo incendiado de Baguena hasta el sangriento sitio de Bueña, la violencia se extendía sin clemencia. Finalmente, la devastación alcanzó las puertas de la capital turolense.
El Asedio de Nueve Días
Durante nueve días, los valientes habitantes de Teruel resistieron el asedio enemigo. Protegidos por sus murallas, enfrentaron flechas y proyectiles de piedra con una determinación admirable. Sin embargo, el miedo comenzó a calar en los corazones de los sitiados. Entre ellos, el juez que dirigía los destinos de la ciudad se dejó llevar por la cobardía.
Aterrorizado ante la posibilidad de sufrir torturas o perder la vida si los castellanos tomaban la ciudad por la fuerza, el juez traidor pactó en secreto con el enemigo. A cambio de abrirles las puertas, recibió la promesa de que respetarían las vidas y los bienes de los ciudadanos.

El Día de la Infamia
El fatídico 3 de mayo de 1363, festividad de la Santa Cruz, el juez traidor cumplió su pacto. Abrió el portal que desde entonces sería conocido como el Portal de la Traición. Pero Pedro I de Castilla, consciente de que su victoria no había sido ganada por la valentía de sus soldados, sino por la deslealtad de un hombre, evitó entrar por la puerta principal de la ciudad. En lugar de desfilar victorioso por la emblemática Puerta de Zaragoza, prefirió un acceso más discreto.
La ciudad de Teruel cayó bajo el control de las tropas castellanas. Durante tres largos años, los invasores saquearon la ciudad, arrancaron tesoros a los vecinos más ricos y se llevaron los pendones y banderas que los turolenses habían ganado en gloriosas contiendas. Estos trofeos, junto con el juez traidor, abandonaron la ciudad, dejando atrás un pueblo humillado.

El Olvido del Traidor
La rabia y el dolor de los habitantes de Teruel no pudieron cobrarse justicia contra el juez que los había vendido. Este escapó junto a los invasores, pero su nombre fue condenado al olvido. Los turolenses lo borraron de documentos, anales y crónicas, y su memoria fue sepultada para siempre. Sin embargo, su deslealtad quedó grabada en el nombre del portal por el que permitió el ingreso de las tropas enemigas.
Hoy, el Portal de la Traición sigue siendo considerado el portal más maldito de Teruel. Un recordatorio de que incluso en las historias más heroicas, las sombras de la traición pueden marcar el destino de una ciudad.
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Datos obtenidos del libro: El Bardo de La Memoria
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